Logotipis

El diseñador de logotipos debe, de manera rotunda, dar una parte de sí para plasmar algo en un logotipo. El diseño funciona así. De ahí, esa pérdida en la autoestima, consciente o inconsciente, que sufre el diseñador de logotipos, que gana el logotipo.

La logotipis consiste en darlo todo por una imagen de marca, por un logotipo. Extraer una idea, una sensación o un gesto del interior del corpus del propio diseñador. Esa idea está compuesta por algo, existe; por lo que, de donde procede, tiene que existir algo menos, se sustrae un algo, una esencia, una partícula etérea del corpus del diseñador de logotipos.

Se trata de una nueva tendencia, por lo que, a día de hoy, no nos atrevemos a dar posibles especulaciones sobre su devenir. Cualquiera podría escoger el camino fácil y comentar las nefastas consecuencias de la logotipis, como sería la decadencia de los diseñadores de logotipos, y su decrepitud espiritual tan temprana. Pero no, nosotros creemos en otra salida mejor para el diseñador de logotipos.

Los logotipos surcan la web, como las nubes corren por el cielo. Si cada logotipo es una esencia del diseñador, los productos que se entregan a la red, permanecen para siempre y convierten en eterno 5.0 al diseñador. Lo mejor de todo en cuanto a los logotipos es que no solamente permanecen, sino que se entrelazan, a base de links o marcadores, con las esencias de otros diseñadores de logotipos. Se produce aquí una comunicación, una colectivización.

La socialidad de un diseñador de logotipos se transforma de una soledad e hibernación gráfica iniciales a una socialización compacta al terminar el proceso de elaboración.

Se pierde algo, eso es cierto, pero también se crea algo.