Debemos disponer de un paradigma y externalizarlo.
Nuestros principios, necesarios para poder llevar una vida efectiva, pueden ser tan interesantes para los demás que podemos querer compartirlos para asentar, de esa manera, nuestro asiento.
Buscando un epicentro, una motivación o una idea bien sujeta en nuestra mente, podremos comenzar.
Para todo en esta vida hay que tener las ideas claras, desde el amanecer hasta las siete de la tarde, a partir del anochecer podemos ser oscuros y dejar que nuestras perversiones nos dominen.
Volviendo al tema del manifiesto, un lema impactante siempre ayuda a captar la atención de los demás.
Literalmente, los principios son las base de todo comienzo, y circulan, como un gusano en una manzana, desde adentro hacia afuera (lo sé, los gusanos van de fuera hacia dentro, pero era momento de una metáfora, además los gusanos no escriben manifiestos, solamente se comen manzanas) Tenemos que saber sacar nuestros pensamientos, aquellas palabras que nos representarán, a nosotros o a nuestra comunidad.
La enumeración detallada pero breve de dichas palabras debe tener un formato ágil. Leerlo debe ser como patinar, deslizarse por una pendiente helada o incluso como deleitarse comiendo un helado.
Seguramente, una vez hayamos hablado con nuestro interior, querremos hablar durante párrafos. Pero nada más lejos de la efectividad. Los manifiestos, como todo hoy en día, deben ser tan breves como el orgasmo de un caracol. La contundencia ya no se mide por la laboriosidad de un texto sino por el éxito que éste tenga a la hora de captar la atención de un lector o usuario. Y el lector es perezoso, no lee, escanea.
- Si a usted le gustan los símbolos, escoja siete (7) ideas de su interior y sáquelas afuera.
- Si usted es religioso, consiga recopilar diez (10) pensamientos para su manifiesto.
- Si usted no está satisfecho en su relación amorosa, escoja el número tres (3), es el número mágico, ya me entiende, no?
Volviendo al tema del manifiesto, hay cuatro puntos cardinales que parten de nuestro interior:
- Nuestra identidad
- La dirección en la que se mueve nuestra vida
- La perspectiva de nuestro horizonte
- La capacidad que tenemos para realizar algo.
Teniendo en cuenta estos cuatro puntos podemos sacar algo en claro. Cuanto más indagamos hacia afuera, más valoramos el centro de nuestro ser. ¡Cómo molamos!
Para escribir cualquier texto debemos conocer los tres principios de la narrativa:
- Introducción
- Desarrollo
- Conclusión
Una vez conocemos las reglas, podemos y debemos romperlas, porque alguien que quiera escribir un manifiesto tendrá un mínimo de inquietud sobre la vida, el arte o el trabajo, y esa inquietud nos hará ser indomables, intrépidos a la hora de escribir, de completar nuestra tarea.
Un manifiesto es, al mismo tiempo, una introducción, un desarrollo y una conclusión de nuestro pensamiento.
Así como las formas deben de tener forma, los contenidos deben de tener contenido. Hablar es un fenómeno muy poderoso, nuestras palabras deben tener la rectitud de un árbol y la flexibilidad de una gominola. Tenemos que ser responsables, no querremos escribir cosas malas para que la gente que sea buena se plantee su bondad, o para que la gente que sea mala se reafirme en su putrefacción.
Volviendo al tema del manifiesto, visualice las consecuencias de sus textos, haga un especial hincapié en el poder de la influencia. Úsela con moderación, con sensatez. Por otro lado, crear un manifiesto hoy en día puede ser una tarea heroica, así que póngase manos a la obra, abra su editor de texto y hable consigo mismo. Esa charla puede cambiar su vida.
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