¿Cuándo termina un Proyecto?
Terminar, del latín terminar, con el mismo significado, es decir, dejar al cliente contento.
Contento, del latín contentus, que significa contener o mantener dentro, es decir, un proyecto deja contento a un cliente cuando entra dentro de su presupuesto y colma sus necesidades.
Necesidad, del latín necesse, que significa inevitable, que no para, que no cesa. Es decir, las continúas necesidades o impertinencias del cliente nunca terminan.
El pez que se muerde la cola.
Los comienzos, al menos en mi caso, están llenos de ilusión, de entrega, de un querer superarse a uno mismo. En cambio, los finales suelen ser arrogantes, inalcanzables. ¿Cuándo termina un proyecto? ¿Es algo posible?
Al habla un diseñador web, el cual debe plasmar mediante código html y gráficos en jpg o png, la idea que el cliente tiene en la cabeza. Porque el cliente tiene cosas en la cabeza, cosas, ideas que su mujer le anima a llevar a cabo y que conseguirán que sus hijos estén orgullosos de él. Tomamos aquí el caso de que el cliente tiene esposa e hijos, e ideas. No se trata aquí de los benditos clientes que dan rienda suelta a la imaginación del diseñador, ni de clientas que poseen piernas hermosas. NO, aquí hablamos del caso del cliente hermético, del cliente insatisfecho.
El peor enemigo de un diseñador web, aparte de internet explorer, es uno mismo. La inseguridad y la falta de ideas claras pueden suponer que tomemos demasiado en serio a un cliente. Por ello, debemos mantenernos firmes en nuestros proyectos, saber de dónde venimos y a dónde vamos. Ejecutar un plan establecido. Normalmente debemos dejarnos llevar por las primeras ideas, por los primeros bocetos, y no retocar hasta que el cliente meta las narices donde le llaman.
La situación entre el agonizante trabajador y el cliente es desigual. El cliente se halla sobre un peldaño superior, abanicándose con un fajo de billetes, mientras al diseñador web le tiemblan las piernas cada vez que aparta la mirada de su monitor. La comunicación entra aquí en juego. El diseñador debe hablar poco y mostrar mucho, dejando sin palabras al cliente: Esto es así porque sí, esto es asá, porque sá. El cliente verá que sabemos lo que hacemos y al menos no tendremos que escuchar las ideas de su esposa.
Nunca hay que preguntar a un cliente qué le parece el proyecto. La opinión del cliente no cuenta, solamente cuenta su dinero, así que, si no queremos que el cliente haga nuestro trabajo, será mejor que nos limitemos a dejar que nos paguen. El resto se llama proceso creativo. Para eso hemos estudiado, para eso hemos pasado miles de horas delante del ordenador, intentando alcanzar la profesionalidad como diseñadores.
Tenemos que diseñar para el cliente, nunca para nosotros mismos. Como el cliente no sabe de diseño debemos guiarle por ese nuevo mundo que le presentamos. Pero ojo, que no sepa de diseño no significa que sea un incompetente, si el cliente tiene un fajo de billetes será por algo. Debemos ser audaces, adelantarnos a la situación, saber que lo siguiente, en el proceso creativo, es rediseñar, contribuir a lo ya hecho, aportar, pero sin dejar a un lado nuestro estilo, nuestra contribución. Debemos superarnos a nosotros mismos. Las metas, las cuales son inalcanzables, solamente llegarán cuando el cliente nos de la mano.
Un diseñador web nunca se convertirá en cliente. Pero lo contrario puede ocurrir. Un cliente puede saber la regla de los tercios, las teorías de los colores complementarios y las tendencias del mercado. Ese cliente nos mirará con ojos fijos en nuestros proyectos y nos dirá que no entiende nuestro trabajo. Entonces, solamente queda una solución, coger nuestro iphone y salir al monte a ordeñar cabras. Mientras tanto, hasta que nos topemos con dicho cliente, vamos a intentar mantener contentas a las esposas de los clientes insatisfechos. Y terminar los trabajos para, así, poder dormir por las noches y levantarnos cada amanecer con una cosa menos en nuestra consciencia.
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